Vaya con las de Granada... Hace unos pocos años, al poco de llegar allí a trabajar, conocí a una granadina de un pueblo de la costa. Encantadora en apariencia, pero de intenciones muy malvadas y egoístas, tras pensar equivocadamente que yo era una víctima fácil (porque soy honesto y tengo tendencia a ayudar a la gente desinteresadamente), empezó a tontearme y así estuvo una temporada mientras me mentía sobre su vida personal (decía que era soltera pero tenía un amante), con el fin de que yo me creara la falsa expectativa de que estaba interesada en mí, y así tenerme como una especie de cubo de basura donde desahogar las miserias y crisis de autoestima que le causaba que el amante no dejara a su pareja. De hecho solo me buscaba para hablar cuando le interesaba, y cuando no me pasaba días sin saber de ella. Como enseguida pillé de qué iba la niña (cercana a la treintena, pero una inmadura consentida de libro), un día que habíamos quedado la dejé colgada en el último momento, dándole de su propia medicina. Mano de santo, porque gracias a esa acción, en plan victimista empezó a reprochármelo por WhatsApp, cosa que aproveché para desenmascararla... no tuvo más remedio que confesar. Se creía que estaba yendo conmigo (que es lo que se creen todas las mujeres en general con los hombres), y comprobó que yo ya había ido y vuelto millones de veces. Dio con hueso y se quedó a cuadros. La mandé a paseo con mucha educación y determinación, no sin antes dejarle claro lo nefasta persona que era, y decirle de todo. Aun intentó buscarme las cosquillas puntualmente durante un año, con la intención seguramente de obtener algún tipo de resquicio con el que complicarme la vida en plan venganza. La estuve ignorando hasta que un día me llamó con intención de camelarme, y le volví a dar un revolcón que ya fue definitivo.
Como ya dije en otro hilo, con las mujeres cabeza fría y pito caliente. Y lo que más les duele es, precisamente, la indiferencia, porque están malacostumbradas a que esté todo dios siempre pendiente de ellas. Lo malo es que siempre hay tontos que están al comer de su mano cuando ellas quieren, creyendo que se van a comer alguna migaja. Si actuáramos todos como digo, irían todas como una balsa de aceite. Así que ya sabéis, cuando empiezan a marear la perdiz para tensar la situación, lo mejor es contacto cero, ignorarlas, ser indiferentes. Os evitaréis disgustos y problemas, que el sistema feminazi (el sistema es todo, desde quienes lo lideran hasta las que se aprovechan de este) está ahí preparado con sus leyes anticonstitucionales, presto para usar cualquier pretexto para jodernos la vida a los hombres blancos, cristianos y heterosexuales.
