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En estos días aciagos, compañeros, en que toca tirar de recuerdos para sobrellevar la sequía lumifílica... me acabo de acordar de Diana. Escribo el primero sobre ella porque he visto que no tiene hilo y además porque, sin tirar cohetes, puede ser una buena opción para algunos de vosotros. Cuando se pueda, cómo no...
Vamos a ver. El encuentro tuvo lugar hará unos dos meses, al inicio de la Avda. del Cid, mirando hacia València a la izqda., extrarradio de Mislata. Edificio alto y decente, piso destartalado, trastos por doquier y gente por otras habitaciones. Al parecer es donde vive Diana. El precio estaba muy bien, 60 euros/hora, con francés sin, besos con lengua y folleteo sin limitaciones. De las fotos me había atraído su exquisito melonar y decidí lanzarme. Como casi siempre, me comencé a arrepentir una vez traspuesto el umbral. Ella es una mujer grandota, con bastante tejido adiposo por cintura, nalgas, vientre y además no es agraciada de rostro. Encima el piso tiraba bastante para atrás, la habitación era un caos de objetos desperdigados por todas partes. El baño no le iba a la zaga, en cuanto a decoración irregular.
Pero hasta aquí lo malo. En realidad, lo que siguió fue todo bastante bien, la verdad. Primero, porque esta chica es tranquila y agradable; segundo porque le gusta bastante el sexo, y así compensa con su implicación cualquier otra característica negativa; tercero porque sus pechos son preciosos, grandes, duros, con enormes aureolas y pezones que Diana adora que le sean lamidos -no le duele nada, no es tiquismiquis en absoluto-; cuarto porque desnuda parece ganar un no sé qué, que la convierte an atrayente. Por ejemplo, ese culazo, una vez fuera la ropa que parece deformarlo, gana puntos. Su coñete era genial, y el ojete lo mismo. Aunque no hicimos griego, me quedé con las ganas, la verdad. Me puso cachondísimo conforme avanzaba la sesión. Le encanta que le coman el coño con fuerza, con ganas, con deseo, que le estiren el clítoris con los labios y se lo estimulen con la lengua. Muchos minutos adelante en la faena, cuando yo ya estaba por dejarme ir, ella se desprendió repentinamente de mi polla en cabalgada intensa para subirme el coño a la boca, enormemente cachonda, con el propósito de correrse así. Yo no tuve más remedio que lamer y succionar -que fue todo un placer, no me quejo, con toda aquella carne lasciva convulsionándose encima de mí-, mientras me auto-acababa manualmente. A los pocos segundos ella se corría como una posesa, con su coño rosadito pegado a mi lengua, y mi placentera eyaculación tardó poco más en llegar.
Valió la pena, la verdad. Este es uno de esos ejemplos de situación en que todo parece indicar que la experiencia será un desastre, y al final te ocurre que bajas las escaleras del edificio encantado, y con las piernas flojas. La chica es maja. Me encantó el cambio de mentalidad que se operó en mí, una vez disipadas todas las dudas, donde lo que antes me producía rechazo, de repente lo disfrutaba, me encantó compartir aquellos morreos obscenos con ella mientras nos calentábamos más y más, me deleitó sobremanera su piel... No sé, hay personas que son muy sexuales, y eso a veces vale más que ciertos físicos atildados y peripuestos. Ojo, compis, que yo no afirmo que Diana fuese la experiencia de mi vida, pero que es una chica que vale mucho la pena por entrega, por precio, por naturalidad, por pechos...
Como información complementaria, añadir tan solo que comentó que estaba casada, con hijos, que es colombiana, y creo que estará entre los 30 y los 40...
Venga, que ya nos queda menos, si sabemos ser pacientes, higiénicos y respetuosos. Mucho ánimo a tod@s.
Vamos a ver. El encuentro tuvo lugar hará unos dos meses, al inicio de la Avda. del Cid, mirando hacia València a la izqda., extrarradio de Mislata. Edificio alto y decente, piso destartalado, trastos por doquier y gente por otras habitaciones. Al parecer es donde vive Diana. El precio estaba muy bien, 60 euros/hora, con francés sin, besos con lengua y folleteo sin limitaciones. De las fotos me había atraído su exquisito melonar y decidí lanzarme. Como casi siempre, me comencé a arrepentir una vez traspuesto el umbral. Ella es una mujer grandota, con bastante tejido adiposo por cintura, nalgas, vientre y además no es agraciada de rostro. Encima el piso tiraba bastante para atrás, la habitación era un caos de objetos desperdigados por todas partes. El baño no le iba a la zaga, en cuanto a decoración irregular.
Pero hasta aquí lo malo. En realidad, lo que siguió fue todo bastante bien, la verdad. Primero, porque esta chica es tranquila y agradable; segundo porque le gusta bastante el sexo, y así compensa con su implicación cualquier otra característica negativa; tercero porque sus pechos son preciosos, grandes, duros, con enormes aureolas y pezones que Diana adora que le sean lamidos -no le duele nada, no es tiquismiquis en absoluto-; cuarto porque desnuda parece ganar un no sé qué, que la convierte an atrayente. Por ejemplo, ese culazo, una vez fuera la ropa que parece deformarlo, gana puntos. Su coñete era genial, y el ojete lo mismo. Aunque no hicimos griego, me quedé con las ganas, la verdad. Me puso cachondísimo conforme avanzaba la sesión. Le encanta que le coman el coño con fuerza, con ganas, con deseo, que le estiren el clítoris con los labios y se lo estimulen con la lengua. Muchos minutos adelante en la faena, cuando yo ya estaba por dejarme ir, ella se desprendió repentinamente de mi polla en cabalgada intensa para subirme el coño a la boca, enormemente cachonda, con el propósito de correrse así. Yo no tuve más remedio que lamer y succionar -que fue todo un placer, no me quejo, con toda aquella carne lasciva convulsionándose encima de mí-, mientras me auto-acababa manualmente. A los pocos segundos ella se corría como una posesa, con su coño rosadito pegado a mi lengua, y mi placentera eyaculación tardó poco más en llegar.
Valió la pena, la verdad. Este es uno de esos ejemplos de situación en que todo parece indicar que la experiencia será un desastre, y al final te ocurre que bajas las escaleras del edificio encantado, y con las piernas flojas. La chica es maja. Me encantó el cambio de mentalidad que se operó en mí, una vez disipadas todas las dudas, donde lo que antes me producía rechazo, de repente lo disfrutaba, me encantó compartir aquellos morreos obscenos con ella mientras nos calentábamos más y más, me deleitó sobremanera su piel... No sé, hay personas que son muy sexuales, y eso a veces vale más que ciertos físicos atildados y peripuestos. Ojo, compis, que yo no afirmo que Diana fuese la experiencia de mi vida, pero que es una chica que vale mucho la pena por entrega, por precio, por naturalidad, por pechos...
Como información complementaria, añadir tan solo que comentó que estaba casada, con hijos, que es colombiana, y creo que estará entre los 30 y los 40...
Venga, que ya nos queda menos, si sabemos ser pacientes, higiénicos y respetuosos. Mucho ánimo a tod@s.
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