Hola foreros,
Me estreno en esta comunidad con una aportación sobre Ania. A pesar de las distintas opiniones que de ella había leído en distintos foros, me aventuré a visitarla y debo decir que lo que me encontré fue más bien cercano a las opiniones menos favorables, estando bastante lejos de otras aportaciones que considero excesivamente generosas.
- Nacionalidad: húngara, según dice ella.
- Edad: los 30 no los cumple. Y debe estar rondando los 35.
- Dirección: San Vicente Mártir.
- Valoración de las Instalaciones: bastante cutres, sobre todo el trayecto que va de la calle al piso, parece la casa de los horrores.
- Precio del servicio y duración: 70 € / 30 min.
- Fecha del encuentro (aproximadamente): hace unos días.
- Valoración Cara,cuerpo, tetas: tiene unos ojos bonitos, pero no es guapa. Los pechos... una decepción, sobre todo con las expectativas que me había hecho. Presentan unas estrías evidentes y están operados, lo único positivo es que tienen buen tacto. El resto del cuerpo sin embargo está bastante bien. Vientre plano y firme, y lo mejor el trasero (bastante bonito) y sus caderas, con la piel suave y sin celulitis. Es una chica que con 18 años debió estar muy buena, pero la edad y la vida de prostituta (que debe quemar lo que no está escrito) no perdonan. Piercing en el ombligo y un tatuaje discreto en la paletilla derecha.
- Actitud: buena, hace por agradar y dar conversación.
- Besos: no hubo. No los busqué, ni ella se ofreció.
- Fuma: no fumó en mi presencia, pero el ligero aroma a tabaco de su pelo, cuello, etc. me hace pensar que sí fuma.
- Francés: fue con preservativo, y en general bueno, aunque lejos de otros que me han hecho chicas más jóvenes.
- Griego: no es mi guerra.
- Folleteo: bueno.
- Lo mejor: su trasero y caderas.
- Lo peor: las instalaciones, los pechos, y que es un precio caro para lo que te encuentras en conjunto.
- La recomiendas?: para el que no sea mínimamente exigente con las instalaciones y ciertos detalles del físico, quizás sí.
- Valoración de la experiencia (de 0 a 10): 6
No tengo mucho recorrido con chicas independientes y de casas de chicas. Las pocas experiencias que tengo se reducen a la famosa Sonia Polaca (ya ha llovido desde entonces) y varias chicas de Andrea Velvet con las que estuve (que también ha llovido).
Quedé con Ania por WhatsApp. Llegué al piso, y con tan solo ver la puerta de la calle pensé seriamente en volverme a casa... Además, que en el sitio donde está con tanto tránsito de gentío, y con ese aspecto, la discreción es nula, porque cualquiera que te vea entrar o salir sabe que no has ido a ver a un amigo o al dentista, precisamente. Entro a la finca, y subiendo las escaleras esos deseos de largarme de allí se acrecentan, con un olor que echa para atrás. Pero le echo valor. Llego al piso, la chica me abre , me recibe y me pasa a la habitación. La cosa mejora, pero tampoco es para echar cohetes; seamos serios: las instalaciones son más bien cutres (si las comparamos por ejemplo con el piso de Andrea Velvet en Cortes Valencianas, que no era un piso de lujo, sino algo normal).
La chica mide entre 1.60 y 1.65 m., y pasa de los 30 años, y puede que de los 35, al menos por rostro, dentadura y pechos. Tiene unos ojos bonitos, pero no es guapa (aunque tampoco fea). Si queréis haceros una idea exacta de cómo es su rostro, podéis mirar las fotos de una chica que se le parece en esta página:
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megacams.me
De cara es calcadita, pero teniendo en cuenta que la chica de las fotos no tiene muchos más de 20, y Ania ya pasa de los 30. Le cambiáis el pelo por el rubio con mechas de Ania, y otro tipo de corte, y es calcada.
Sin apenas intercambiar palabras me desnudé y me duché solo. Ella no se duchó, y si bien estaba limpia, me dio la sensación de que entre cliente y cliente no siempre se ducha por completo (es algo que hacen habitualmente las chicas de los clubs, que tras la relación suelen asearse tan solo las axilas, los pechos y los genitales). El ligero aroma a tabaco en el cabello o el cuello corroboran esas sospechas. Tras el servicio se vistió, no se duchó ni se aseó, aunque supongo que lo haría después de despedirme. Esto contrasta con las chicas con las que estuve en Andrea Velvet, que o bien se duchaban conmigo, o me recibían recién duchaditas y super fresquitas (es algo que se notaba a la milla). Supongo que eso dependerá del momento en el que uno va, a lo mejor si hubiera ido a otra hora se había duchado conmigo o la habría pillado recién duchadita.
De nuevo en la habitación tras la ducha, me quito la toalla y ella se desnuda. Aquí me llevo la gran decepción con sus pechos, sobre todo por lo que había leído. Operados, con cicatrices visibles levemente, pero visibles, y estrías muy evidentes. Buen tacto, eso sí. Está claro que sobre gustos no hay nada escrito, pero hay parámetros innegablemente objetivos, por lo que no entiendo algunos comentarios que ponen los pechos de Ania por las nubes cuando esto no es así, ni de lejos, y lo siento primero por ella y luego por el cliente. Pechos espectaculares eran los que tenía Sienna, una chica holandesa de 20 años que estuvo en Andrea Velvet, que eran grandes, firmes, enhiestos, turgentes, completamente naturales y de forma preciosa, con una piel de seda super suave y firme a la vez, que parecían de porcelana. Esta decepción inicial se vio reducida en parte por el hecho de que está bastante bien de cuerpo para su edad, con un vientre plano y firme (presenta una cicatriz levemente visible de haber sido operada de apendicitis, muy común en las chicas de Europa del este), y un trasero bastante bonito, sin celulitis, con piel suave y buen tacto, bonitas caderas, y un sexo también bonito y depilado.
La verdad es que no hubo mucha conexión, seguramente porque yo iba con unas expectativas sobre su físico, y entre eso y las instalaciones, como que no estaba muy cómodo. Aunque la chica hizo en todo momento por agradar y complacer, era palpable la distancia en el ambiente. No hubo besos, ni los busqué, pues no me atraía como para besarla en la boca. Se puso lubricante en la mano y me masturbó, luego se ayudó humedeciendo la palma de la mano con saliva, y estuvo así un buen rato, alternando con cubana y masaje cuerpo a cuerpo. Pero tampoco nada del otro mundo. Viendo que no llegaba a empalmar plenamente me puso un preservativo y comenzó el francés, profundo, bueno sin más, sin nada de lengua, solo labios con bastante presión, sin miradas y sin seducción. Así es menos placentero (no solo por la goma sino por la forma de hacerlo), pero aguantas más.
Al poco tiempo se dio la vuelta, y estando yo sentado en el sillón y ella de pie, cogió mi pene, flexionó las rodillas y se lo introdujo hasta el fondo. Lo mejor del encuentro, sin duda, con un sexo muy calentito y placentero de penetrar (con anterioridad solo había sentido ese calor al penetrar con una rumana de El Romaní, y de eso hace ya casi 20 años). Seguimos en la cama, a cuatro patas, y luego ella boca abajo con las piernas juntitas, bonita visión y penetración lenta y profunda (ella misma busca la penetración profunda y plena) bastante placentera. Se adapta a tu ritmo, para de moverse cuando se lo dices, y este es un punto a favor, ya que no busca finiquitarte lo antes posible como hacen por ejemplo las chicas de los clubes.
Tras la relación me limpié con unas toallitas, hablamos un poco, me vestí y me fui. La chica no es relojera, pero estuvimos los 30 min. de rigor, tampoco me apetecía a mí quedarme más tiempo, por los motivos ya comentados (con otras chicas en cambio deseas que el tiempo no pase).
En resumen, un encuentro un tanto agridulce en relación a las expectativas que llevaba, y desde mi punto de vista caro, sobre todo teniendo en cuenta las instalaciones y algunos detalles del físico de la chica.
Un saludo.