- Registrado
- 2 Mar 2019
- Mensajes
- 44
- Puntos
- 98
Hola de nuevo, chavales -la mayoría- y chavalas -alguna que otra-. Antes de que os caguéis en mis muertos por leer la siguiente experiencia altamente positiva con una lumi y enteraros al final de que no atiende cerca, os avanzaré de entrada que está en Tarragona ciudad. ¿Y por qué lo relato, entonces? Pues porque la lumi vale muchísimo la pena, aquella ciudad no está, bien mirado, tan y tan lejos y, joder, tenía unas ganas locas de explicar alguna vez aquí una lumivisita mía de nota, para variar.
La cosa fue como sigue: yo debía desplazarme a Barcelona el viernes por asuntos privados. Como siempre voy cortísimo de tiempo para casi todo en esta perra vida, pues debo ingeniármelas para encontrar soluciones "diferentes" a mis necesidades. De modo que el día anterior se me ocurrió que podría parar por Tarragona, de camino, y regalarme un capricho, que ya iba tocando, cohone... De manera que busqué anuncios de lumis por la zona y desde el principio ya me llamó la atención esta buena mujer -sin saber todavía que era tan y tan buena mujer-. Asín que grabé su número y al día siguiente, ya en ruta, la llamé cuando me faltaba una horita para llegar a la "Ciutat Imperial". Resulta que me responde en seguida -a las siete de la tarde de un viernes, mala señal, ¿que no tiene clientes, o qué? -. Me recita en medio brasileiro las tarifas modo loro antillano -otra mala señal-, me explica que me puede atender y que recibe en la calle tal de Trrgna, por el centro. No las tenía todas conmigo, pero soy valiente para estas cuestiones y le digo que pongo el gps y "lo que tarde". No me pudo ir mejor todo, la verdad. Aparqué en seguida, tan rápido, que aún me permití tomarme un quinto fresquito mientras la llamaba para confirmar mi subida al piso. Subo, y me atiende la de las fotos, ni más ni menos. Un tinte horroroso en el pelo -que por otra parte le daba morbo al conjunto-, sujetador y braguita negros, piel muy bronceada y dos pechazos que parecían muy bien puestos en sus lugares exactos. La mujer, sin ser guapa, tenía un rostro agradable y unos labios que prometían. Charreta intrascendente y le pido de ducharme. El piso es normalito, pero discreto. El baño, al final del pasillo, algo básico, con una alfombrilla dentro de la ducha que pinchaba cosa mala -yo, sinceramente, mientras me lavaba pensaba q
La cosa fue como sigue: yo debía desplazarme a Barcelona el viernes por asuntos privados. Como siempre voy cortísimo de tiempo para casi todo en esta perra vida, pues debo ingeniármelas para encontrar soluciones "diferentes" a mis necesidades. De modo que el día anterior se me ocurrió que podría parar por Tarragona, de camino, y regalarme un capricho, que ya iba tocando, cohone... De manera que busqué anuncios de lumis por la zona y desde el principio ya me llamó la atención esta buena mujer -sin saber todavía que era tan y tan buena mujer-. Asín que grabé su número y al día siguiente, ya en ruta, la llamé cuando me faltaba una horita para llegar a la "Ciutat Imperial". Resulta que me responde en seguida -a las siete de la tarde de un viernes, mala señal, ¿que no tiene clientes, o qué? -. Me recita en medio brasileiro las tarifas modo loro antillano -otra mala señal-, me explica que me puede atender y que recibe en la calle tal de Trrgna, por el centro. No las tenía todas conmigo, pero soy valiente para estas cuestiones y le digo que pongo el gps y "lo que tarde". No me pudo ir mejor todo, la verdad. Aparqué en seguida, tan rápido, que aún me permití tomarme un quinto fresquito mientras la llamaba para confirmar mi subida al piso. Subo, y me atiende la de las fotos, ni más ni menos. Un tinte horroroso en el pelo -que por otra parte le daba morbo al conjunto-, sujetador y braguita negros, piel muy bronceada y dos pechazos que parecían muy bien puestos en sus lugares exactos. La mujer, sin ser guapa, tenía un rostro agradable y unos labios que prometían. Charreta intrascendente y le pido de ducharme. El piso es normalito, pero discreto. El baño, al final del pasillo, algo básico, con una alfombrilla dentro de la ducha que pinchaba cosa mala -yo, sinceramente, mientras me lavaba pensaba q