Tuve oportunidad de conocer a Guadalupe. Nombre de virgen en Méjico, en Valencia no es virgen, eso os lo puedo asegurar. Tiene un rostro realmente hermoso, con los típicos contornos de América Latina, una barbilla suave, unos labios maravillosos y una nariz dulce. Su pelo es largo y sedoso, un placer al tacto. Sus ojos llevan algo oculto, hay algo en ellos que no he podido precisar, incluso ahora. Su cuerpo es igualmente bonito. Es delgada, pero ni mucho menos flaca, de formato compacto como para levantarla y disfrutar sin tener que tocar la cama. Tiene una especial belleza, piernas morenas, un trasero bien proporcionado que me atrae, pechos bien optimizados y deliciosos con los pezones más suaves que tengo en memoria y todo esto está envuelto por una piel maravillosamente deliciosa y muy bien cuidada.
Su manera de ser me gustó desde el primer momento. Guadalupe es un poco tímida al primer contacto, lleva poco tiempo en estas lides. Pero los besos al principio exploratorios, se fueron convirtiendo en una abrazo oral profundo a medida que nos fuimos conociendo. Lo que le falta de experiencia lo complementa con ganas de aprender y dejarse guiar. Es de alguna manera muy devota y gentil al mismo tiempo, por lo que me sentí muy cómodo en su presencia, desde el principio.
Puedo clasificar claramente el acto con ella en la categoría de sexo de novia tierno y mimoso, sin peros. Al principio se contentó con que yo mantuviera el liderazgo, pero a medida que crecía su confianza se desató su pasión más y más, de modo que se desarrolló una maravillosa interacción entre nosotros. A mí particularmente me gusta así. La suave y rítmica estimulación oral de su bonito agujero del place no sólo la complace visiblemente, sino en este caso también tangiblemente. Se reposicionaba para su propio placer, algo que sólo hacen las señoras que son realmente activas y también jugó muy bien con su pelvis. Verla y sentirla llegar al éxtasis fue un regalo para mis sentidos. El acto en sí se prolongó durante varias posiciones y tuvo mucho que ver con la cercanía. Comenzó cara a cara, primero yo por encima de ella, con besos intensos y claras muestras de placer por su parte. Luego de un breve periodo de aclimatación cambiamos a la posición de cowgirl, una cabalgata a ritmo andante in crescendo, hasta terminar espléndidamente y muy íntimamente. El ritmo de Guadalupe, sale de su pelvis con mucha fuerza, con muchas variaciones, lo que me ha gustado mucho. Después tuvimos una agradable sesión de mimos, en la que me atendió con mucha dulzura. Qué más puedo decir ahora excepto, gracias Gloriosa Guadalupe, por esta sorprendente e inesperada experiencia casi mística, que sin duda repetiré.