Estuve ayer con Pía, animado por vuestros comentarios mayoritariamente positivos y sus muy atrayentes fotos. También era la primera vez que yo acudía a Estrella Vicente; lo de la cristalera de las oficinas del primero también me intrigaba y, nanos, era tal cual! Suerte que a la hora que subí apenas habría un par de personas por aquellas mesas.
Llegué allí, en fin, y la encargada me hizo pasar directamente a una habitación hacia el fondo. El encuentro estaba acordado y no solicité presentaciones. Nada que objetar de las instalaciones. La habitación, de tamaño mediano, el lecho suficiente, algo de mobiliario y cabina de ducha. Bien. Previamente me tomaron la temperatura y me fue servido un café. Con él en la mano me dispuse a esperar a Pía, sentado en la cama, todavía con la mascarilla puesta.
Pocos minutos después, un taconeo enérgico presagiaba la entrada a la alcoba de mi elección de la tarde: Pía. Sorpresa: me pareció más joven a como la había imaginado. Pero en absoluto me decepcionó. No la vi guapa ni fea, pero sí atractiva. Pequeñita, bien proporcionada, morenaza y simpática, amén de muy servicial. De inmediato me ofreció colutorio, ducha juntos, me preguntó si deseaba agua, muy amable y natural. Me ganó rápidamente.
Mientras hablaba, se iba desvistiendo y, vaya, me gustaba lo que veía: una piel estupenda, unos pechos hermosísimos y abundantes, una melena negra larga y sedosa (al entrar, llevaba el pelo recogido en un moño). Rehusé ducharme con ella por no precipitar el contacto (no sé, me dió por ahí), y seguimos conversando durante el lavado. Salí yo de la cabina y se duchó ella. Yo me dispuse a esperar tumbado en la cama. Había pagado 120 por una hora y no tenía prisa.
Salió limpita, se secó, y se vino conmigo. Me preguntó si me podía besar, a lo que respondí que desde luego. Empezamos por ahí, y al poco ella se puso a dedicarle atenciones a mi polla. Con mucho ímpetu, saliva, restregones varios. De tanto en tanto me obsequiaba con un morreo húmedo, mientras me masturbaba manualmente, y después seguía con la boca. Me preguntó si no había estado nunca con otra argentina, y le dije que sí, que una vez. Acordarme de Lorena Argentina me puso más cachondo aún, además de establecer mentalmente comparaciones entre las coincidencias existentes entre una y otra (ambas son de poca estatura, tienen tipazo, morbo y tetas operadas de ensueño). Acicateado por el recuerdo de la otra, me dediqué a lamer el melonar antológico de Pía, echando de menos aquel otro no menos fabuloso de Lorena; me puse a saborear el coñito joven de Pía, añorando terriblemente el otro coño más veterano y todavía guerrillero; y finalmente le pedí que me engomara la polla, que quería tomar posesión, a ver si también me recordaba a Lorena follando, que ya hubiese sido el colmo.
Y estuvo muy bien, la verdad, aunque en este jueguecito mental que me monté salió vencedora Lorena (por tablas, por cerdería y energía sexual). Pero eso no le quita ni pizca de mérito a Pía, que se esforzó, sudó de lo lindo, no me negó ninguna postura que le solicité, y me brindó una horita sexual que hacía meses que no disfrutaba con ninguna. A destacar el culazo de Pía, para mí perfecto, ni blando ni duro, generoso sin pasarse, y con la redondez justita. También su piel tersa, joven y bronceada. Cuando acabamos, ya en pie, volví a sorprenderme por su estatura, y la volví a ver muy niña. Aunque me confesó veintitrés, a mis ojos puede pasar perfectamente por los diecinueve que anuncia en la web. Y me chocaba la poca importancia que la diferencia de estatura tiene sobre la cama.
He leído algunos comentarios sobre sus gemidos exagerados y propensión al teatrillo. Yo, la verdad, lo segundo no me lo pareció, y los gemidos me parecieron naturales y producto del momento. Creo que su voz propende a ese tono cuando se acelera, pero me puedo equivocar. A mí me encantó la muchacha. Y no repetiré en breve no porque no quiera, sino porque hay poco money y mucha lista de deseos que satisfacer todavía. Pero si me sobrara un poco más de liquidez no dejaría de visitarla unas cuantas veces más, cada poco. Ah, le pregunté si hacía griego y me respondió muy tranquila y conscientemente, mirándome a los ojos, que "todavía" no lo hace. Con esa preciosidad de culo tiene que ser increíble un anal con Pía. Pero lo que sí que no me quedé con ganas de probar fue la paja cubana, y quedé bien servido. Se derramó aceite sobre el pechamen, engulló mi miembro en su seno, y allí se estuvo un rato dándole masaje que me resultó placentero a más no poder. Lo único que no me gustó del encuentro fue un pelín de exceso en el uso de lubricante en sus partes. Cosa que no le puedo reprochar porque a última hora de la tarde, si llevaba todo el día trabajando, lo más normal del mundo es que tenga la zona un tanto sensible.
Y es todo. Resumiendo, una chica para recomendar. De las que te podrán gustar más o menos, pero que nunca te dejarán mal sabor de boca. Salut!