Buenas. Hará un par de semanas que pude visitar por segunda vez a esta genial mujer. Debería haber escrito antes sobre la experiencia pero diversos asuntos personales y un gripazo pertinaz me han tenido ocupado durante la quincena. Una aclaración: si escribo sobre Lorena de nuevo es porque se lo merece y para intentar disipar posibles dudas de algunos al respecto (por edad, por físico, por...). Siempre, evidentemente, desde mi punto de vista subjetivísimo, personalísimo, blablabla... que ya sabemos a estas alturas todos que aquí manda el Para Gustos los Colores tan manido pero tan certero. A ver: por cuestiones que no vienen a cuento, he pasado más de 2 años, puede que sean 3, sin poder volverla a visitar. En ese período he disfrutado y/o soportado a diferentes alternativas, sin conseguir olvidarme de Lorena del todo; incluso hallando opciones realmente buenas, siempre me quedaba el gusanillo del recuerdo de aquella única vez que estuve con ella, pues lo cierto es que me encantó. De modo que me decidí finalmente, y hará como unas unas tres semanas que retomé contacto, me atendió de maravilla telefónicamente y concertamos visita para pocos días después. Solicitaba 120 por hora, lo cual no me pareció mal. En la actualidad recibe cerca de C/ Sapadors, en la primera planta de un edificio bajito y destartalado. Sin embargo, el piso está decente y la amplia habitación, con bañera dentro, impecable. Antes del reencuentro paseé por la zona con mis dudas arriba y abajo después de tanto tiempo. Dudas que abandonaron mi mente al instante en cuanto ella personalmente me abrió la puerta de la vivienda. Lucía el vestido negro liso, corto y muy escotado con el que aparece en algunas imágenes por la red. Sonrisa y naturalidad marca Lore. Con las gafas, of course. Y lo que se podía entrever, más la flexibilidad de movimientos al caminar hacia la habitación ya anticipaba que todo iba viento en popa, como debe ser. Ya en privado, nos presentamos de nuevo, charlamos un poquito, me desvisto, me ducho delante de ella, seguimos conversación, voy secándome... Mientras tanto, zip-zap, ella se saca el vestido por arriba en un santiamén, deja al descubierto un cuerpazo voluptuoso (no confundir con voluminoso, por favor) y seductor, un pechamen para emmarcar (juraría que más grande y firme que en aquella única remota visita de años atrás, que ya es mucho decir) , y se mostró tal como debió venir al mundo, pero en versión maciza muy mejorada. Aquello me puso el pepino en disposición de sostener la toalla sin esfuerzo. Así y todo uno, que ya tiene una edad y una experiencia, se envolvió púdicamente sus partes con la pieza de marras y acudió a sentarse sumiso, sin abandonar la conversación, a la cama junto al monumento de mujer que le acababa de ser revelado. El resto del "masaje" podéis imaginarlo. La disposición de Lorena fue inmejorable en todos los sentidos, de modo que fue ella en su faceta más normal, sin pasarse. Seguíamos la charleta, cada vez con más risitas nerviosas anticipando lo que se venía, yo deshaciéndome en elogios hacia la madre naturaleza y sus ayudas tecnológicas, y aquella, con oficio, haciendo aproximaciones cada vez más atrevidas. Hasta que ya no pude resistirlo más y me descaré finalmente, tomando la iniciativa de principiar todo el repertorio que llevaba ensayando mentalmente años y que no había podido llevar a cabo hasta ese momento. O sea, que había mucha ganita de Lorena por mi parte y ella no me defraudó en ningún sentido. Que ya he comentado antes que todo es subjetivo pero que yo me encontré el ideal de mujer que más me pone. Está tonificada, rotunda, no le sobra nada y todo está en su sitio. Se entrega como una posesa. La fui llevando con gentileza por donde me apeteció. Ví desaparecer mi polla entera en su boca varias veces. Incluso cuando me apartaba para ensayar una nueva posición seguía lamiendo y escupiendo como si tuviese dependencia. Sus pezones merecen mención aparte, y los entrega con generosidad, sin ningún tipo de reserva. Y ya en las posiciones, resulta que todas le van. Estuvimos rato y rato dejándonos el sudor en la faena (en uno de los días más fríos del año, conste) y no la noté cansarse ni frenar el ritmo. Acabé cómo y dónde quise, abundantemente. La limpié caballerosamente en la cama, nos duchamos juntos a continuación, entre besos, magreos y caricias, y decidimos dar por acabada la visita, no sin negociar un próximo asalto a la griega (que tengo pendiente de intento, resolviendo alguna objección razonable al respecto por parte de ella). En resumen, no podía pedir más, dadas las circunstancias. Y, muy sinceramente: ya quisiera yo encontrar alguna actriz porno con los atributos de Lorena y esa implicación.; con franqueza, me aliviaría notablemente las horas de calentón en soledad y sin un céntimo. Ya saboreo la próxima quedada, para cuando la economía me lo permita. Y, señores, finalizando: esta mujer sigue mereciendo muchísimo la pena. Ni edad, ni guapura ni dientes ni pepinillos en vinagre. Yo la encontré sumamente atractiva y cuidada. Lo constato porque es de justicia resaltarlo, porque veo que no se actualiza, y alguno puede que ande dubitativo sobre la cuestión. A mí me fue tal cuál lo describo... y hasta otra.