Había decidido contar sólo experiencias positivas, aunque sé que la utilidad del foro reside en contar las positivas y las negativas. Pero esta vez haré una excepción porque esta chica consiguió hacerme sentir realmente mal, como si fuese indigno de follar con ella.
Quedo por whatsapp a las 17,30 y le digo que tendré que ducharme porque utilizo el pretexto de salir a hacer deporte para las visitas y lo hago. Dice que sin problemas. Cuando estoy de camino me dice que le avise cuando llegue. Lo hago a las 17,24. Me tiene esperando hasta las 17,39.
Subo y nada más llegar me dice que huelo a tabaco (no tengo claro si lo dice por mi aliento o por la ropa) y pone cara de auténtico asco. Efectivamente, soy fumador empedernido pero nunca nadie me había dicho que oliese a tabaco de forma desagradable. Me tomo nota de este asunto y a partir de ahora, cuando concierte una ******, lo advertiré. Esto se lo tengo que agradecer.
Me pregunta, con acento brasileño cerradísimo, por el tiempo. Media hora. Nueva cara de desagrado. Esto lo he visto clarísimo. Es una chica que considera que un servicio de media hora no le compensa, aunque lo ofrece. El precio eran sesenta. Llevo dos billetes de cincuenta y un montón de monedas de euro. Cuando estoy contando los diez euros, nueva cara de desagrado mientras dice algo en brasileño que no entiendo, me coge los dos billetes y me da ella el cambio.
Ante el toque de atención por mi higiene me ducho concienzudamente y me enjuago la boca a fondo. Empieza la ******. No me permite la más leve aproximación con caricias ni besos ni nada parecido. Me hace un minuto de francés y se coloca en cuatro patas para que la penetre, dando a entender que hay que ir deprisa. Mi líbido se desploma. Empiezo a tener problemas incluso para mantener la erección y veo evidente que así no voy a ninguna parte, así que paro. Ella me suelta un chorreo en brasileño con reproches. Entiendo que dice que me dice que el tiempo se ha acabado y que es mi culpa porque he perdido mucho tiempo duchándome. Miro el reloj y son 17,55. Calculo que hemos estado menos de diez minutos. Mi líbido ha desaparecido por completo y lo que tengo es mucha mala hostia acumulada. Le digo que todo correcto, que me largo, y empiezo a vestirme con prisas para desaparecer y olvidarlo. Una vez en la calle me doy cuenta de que con las prisas me he dejado las gafas de ver pero estaba tan cabreado que descarto volver. Al día siguiente me mandó un wasap diciéndome lo de las gafas y que avisase con tiempo para pasar a por ellas. Le dije que gracias y que las tirase a la basura.
Quedo por whatsapp a las 17,30 y le digo que tendré que ducharme porque utilizo el pretexto de salir a hacer deporte para las visitas y lo hago. Dice que sin problemas. Cuando estoy de camino me dice que le avise cuando llegue. Lo hago a las 17,24. Me tiene esperando hasta las 17,39.
Subo y nada más llegar me dice que huelo a tabaco (no tengo claro si lo dice por mi aliento o por la ropa) y pone cara de auténtico asco. Efectivamente, soy fumador empedernido pero nunca nadie me había dicho que oliese a tabaco de forma desagradable. Me tomo nota de este asunto y a partir de ahora, cuando concierte una ******, lo advertiré. Esto se lo tengo que agradecer.
Me pregunta, con acento brasileño cerradísimo, por el tiempo. Media hora. Nueva cara de desagrado. Esto lo he visto clarísimo. Es una chica que considera que un servicio de media hora no le compensa, aunque lo ofrece. El precio eran sesenta. Llevo dos billetes de cincuenta y un montón de monedas de euro. Cuando estoy contando los diez euros, nueva cara de desagrado mientras dice algo en brasileño que no entiendo, me coge los dos billetes y me da ella el cambio.
Ante el toque de atención por mi higiene me ducho concienzudamente y me enjuago la boca a fondo. Empieza la ******. No me permite la más leve aproximación con caricias ni besos ni nada parecido. Me hace un minuto de francés y se coloca en cuatro patas para que la penetre, dando a entender que hay que ir deprisa. Mi líbido se desploma. Empiezo a tener problemas incluso para mantener la erección y veo evidente que así no voy a ninguna parte, así que paro. Ella me suelta un chorreo en brasileño con reproches. Entiendo que dice que me dice que el tiempo se ha acabado y que es mi culpa porque he perdido mucho tiempo duchándome. Miro el reloj y son 17,55. Calculo que hemos estado menos de diez minutos. Mi líbido ha desaparecido por completo y lo que tengo es mucha mala hostia acumulada. Le digo que todo correcto, que me largo, y empiezo a vestirme con prisas para desaparecer y olvidarlo. Una vez en la calle me doy cuenta de que con las prisas me he dejado las gafas de ver pero estaba tan cabreado que descarto volver. Al día siguiente me mandó un wasap diciéndome lo de las gafas y que avisase con tiempo para pasar a por ellas. Le dije que gracias y que las tirase a la basura.