Hoy conocí a Milena. Superlativa, es la palabra. 100 euros la hora que no han podido estar mejor invertidos. Finca viejota y discreta de barrio periférico con lumipisazo perfecto y reformado en su seno. Habitación espectacular, baño dentro, igualmente espectacular y equipado. Todo limpísimo. Me recibe la MIle con una sonrisa encantadora y el vestidito blanco que le pedí si podía ponerse en el penúltimo whatsapp de aproximación al lugar. Es como en la foto, pero sin el coche detrás, claro. Protuberancias de cortar el aliento. Ya duchado, me tiendo en la cama. Ella me sondea, se recuesta a mi lado. Charlamos un poco de la vida. Milena, mientras tanto, va pasando como al descuido su manita derecha por mis partes, por mi pecho, por mis piernas. Acerca su boca a la mía y comenzamos con unos besos exploratorios. Toda ella huele a limpia y tiene una piel extraordinaria. También es guapa, añado. A quien le gusten sus magníficas fotos, debo aclararle que las mejora todas al natural. Incluso las dos más caseras en las que -es mi opinión- no sale nada favorecida. Vamos, que no parece ella -en esas dos fotos-. Bueno, de los besos -con lengua, sí, a mansalva- pasamos a los magreos. Descubro su pechamen. Perfecto. Pezones grandes, aureolas notables, formas contundentes. Comienzo a lamer, a chupar, de menos a más, con cuidado, respetando y, oh: no le molesta nada. Al contrario, me anima a seguir. Si eso no es una profesional... Yo ya estoy a mis anchas. Cualquier reserva que pudiese haber tenido se ha disipado. Entre morreos lascivos y reverencias a su pechamen pasamos un ratito la mar de agradable hasta que ella retira mi calzoncillo y se pone a engullir polla con cierta avidez que yo encuentro muy incitante. Todavía lleva puesto el vestidito blanco, con las tetorras ya al aire, pero puesto. Pronto se convierte en un fajín blanco ya que subo hasta la cintura la parte de la faldilla para deleitarme con su trasero. Hay una foto en la que lo muestra de espaldas y creo que al vivo es todavía mejor, o sea, un señor trasero, redondito y firme. Me entretengo metiéndole mano lateralmente por sus partes hasta que me arrebato y me coloco en posición de 69. Espléndidos coño y ojete. Me doy el hartazón padre. Deditos -con suavidad-, lametones repetidos, mordisquitos... Ella, mientras tanto, no para de gemir y agitarse sin dejar de trabajarse mi miembro, bolas incluídas. Al cabo de unos placenteros minutos decido que hay que follar, que el momento es gratísimo, pero que el tiempo pasa y que no me puedo perder la experiencia de calzarme a semejante señora. Comenzamos de misionero, y bien. Seguimos en perrito, y bien también. Sin sacársela, le pido que se tumbe boca abajo y continúo dándole con ganas -ella me estimula- rebotando contra su glorioso culazo. En esa posición llega a un punto en que parece correrse, y a mí me parece tan real y sentido que me corro sin poder evitarlo, dentro del condón. Una maravilla, teniendo en cuenta lo que me cuesta. No me lo creo ni yo. En ese momento, con la sensibilidad del glande bastante alta, no sé qué movimientos de vagina realiza ella que noto como si me exprimiera el pene desde dentro. Una sensación extraña para mí.
En fin, agradecer al compañero que insistía estos meses atrás en recomendarla porque me ha hecho muy feliz. Para mí, un hallazgo esta mujer. Hacía meses que no comentaba nada porque realmente no tenía actividad, y no puedo estar más contento de esta fugaz vuelta al ruedo amatorio. Para acabar, explicar que quizás las fotos de ella puedan confundir a alguno sobre su tamaño, ya que en realidad es una mujer bajita, y para nada grandota de hechuras, sino bastante voluptuosa, pero proporcionada. Pueda ser que algo que me ha comentado la propia Mile sobre su asistencia a gimnasio explique parte de la diferencia, a mejor, que me he encontrado. Pero sin lugar a dudas es una lumi recomendable. No diré aquello de valor seguro y tal, porque los gustos son relativos, es sólo una visita, y además era a primera hora de ella, a las once. Pero me da la impresión que es toda una profesional del sexo en el mejor de los sentidos, el de cuidar y hacer sentir bien a sus clientes. Yo repetiré, sin dudarlo. Lo que no sé es cuando. Por cierto, para amantes del griego también ofrece el servicio, por veinte euritos más. Barato, creo. Yo no lo he probado, por ser primera vez, pero lo tiene tentador.