Dice el maestro Sabina en “Peces de ciudad” que al lugar donde has sido feliz no deberías tratar de volver. Pero el buen recuerdo de encuentros sublimes pesa mucho y la posibilidad de repetir la experiencia es una tentación al alcance un día cualquiera.
Sandra ha vuelto y yo he decidido volver. Porque Sandra es Sandra y continúa siendo Sandra. La reina. Implicación y actitud máximas, siempre un valor seguro. Siempre proponiendo y dejándose llevar al mismo tiempo, dispuesta a ser pasiva y a tomar las riendas. Tu decides.
El sexo deja de ser mecánico cuando hay una conexión y eso Sandra lo sabe y lo explota con una empatía que va más allá de lo profesional. Un cuerpo perfecto que se impone y domina con ases todos los palos de la baraja: francés completo, griego, todas las posturas y besos. No por este orden claro. En esto no hay cambios.
Sandra vino para marcar una época y dejar huella en Valencia con su profesionalidad. Deseada, deseable y complaciente. Quedamos en su piso de San Vicente, la calle más larga de Valencia. Nos acercamos, nos acariciamos, nos abrazamos y nos besamos. No parábamos de besarnos cada vez con más intensidad. Luego iban las manos con más ritmo.
Nos quitamos toda la ropa. Se acostó en la cama y yo sobre ella para fundir nuestros cuerpos y continuar con los besos. Luego al revés, ella sobre mi y así poder coger bien su culo y empezar a jugar con sus agujeros. Esto iba a ser más de una hora seguro.
Como es lista fue bajando poco a poco hasta situarse cómoda para empezar a lamerla. Suave al principio, con mano, sin mano. Luego con más ritmo. Con mucha saliva, miradas obscenas, profundidad y frases que mejor se quedan entre ella y yo. Pero no debemos ser egoistas, ¿verdad?, asi que mejor pasamos a comernos los dos y yo los dos agujeros.
A ella le gusta arriba. Desde allí domina, marca el ritmo y saca todo su potencial de gimnasio. Pero a mi también me gusta sobre ella, vivir por unos minutos que es mía. Luego en cuatro y otras posturas que me cuesta describir.
Decidimos de mutuo acuerdo pasar al griego. Creo que esto va según dotación y, afortunadamente, dios me puso en el cerebro todo lo que me quitó de la polla. Lubricamos y preparamos. Se pone en cuatro muy abierta de piernas. Me lo pone fácil, bendita su elasticidad. Y mientras yo disfrutaba, ella gime y se recrea mirando la escena en el espejo. Se gusta. Mención especial al griego ella encima de mi. Un espectáculo.
Hay que acabar y me sugiere que me vuelva a tumbar en la cama. La coge, se la pone en la boca y marca un ritmo que con sus miradas hace imposible resistir.
Anuncia fotos nuevas, pero esperemos que no quite esta